A través de mi trabajo, tuve la suerte de preparar un viaje fin de curso de Cádiz a Sierra Nevada, con curso de esquí incluido, lo que propició mi primer enfrentamiento a esas cuestas salvajes encima de unos esquís traicioneros, con el slalom y unos ridículos bastones como únicas armas. La sensación de velocidad y riesgo me enganchó desde el principio, así que cada vez que puedo me escapo a la sierra de Granada, donde las pistas rojas son mi máximo éxito...
Recientemente pude volver a esquiar y para mí fue una ocasión muy especial, ya que lo hice en familia. Al haberme iniciado en este deporte con mis alumnos, siempre estuve tratando de ir con mis niños, pero no ha sido hasta las navidades pasadas del 2016 cuando conseguimos pasar unos días en Pradollano y disfrutar de este bello deporte.
Haciendo click aquí podréis ver los logros de ellos con sólo dos días de práctica. De cracks ;)

Me gustaría terminar con un deporte que NO he practicado de manera oficial, aunque es uno de mis favoritos, el baloncesto. ¿Por qué no he podido? No lo sé exactamente. Quizás porque se trata de un deporte de equipo al que me aficioné mientras labraba mi carrera en otro, el fútbol. Aún recuerdo las regañinas de mi padre cuando me iba a la calle botando el balón, pues probablemente le dedicaba más tiempo a la canasta que a la portería. Jugué mucho en mi plazoleta, así como en la escuela y el instituto, e incluso fui monitor de baloncesto en Castilleja de Guzmán y en Bormujos, pero debo decir que añoro la posibilidad de haber estado enrolado en un club, con sus entrenamientos, sus tácticas, sus ruedas... Hoy día mato el gusanillo en el cole con mis alumnos o machacando a mis hijos en casa a golpe de muñeca, porque por supuesto tengo una canasta en el patio...
