viernes, 15 de enero de 2016

ATLÉTICO ANTONIANO

Llevaba unos años de experiencia en esto de fútbol y varios de ellos cambiando de equipo anualmente, cuando me surgió la posibilidad de jugar en Lebrija, en el Atlético Antoniano, un club de tradición futbolera, un pueblo lejano de la capital, donde se vive el fútbol intensamente y donde afrontaba su primera temporada en la Regional Preferente después de haberse separado de la Balompédica Lebrijana en lo que era el Lebrija CD.



















El "coche" de foráneos del Atco. Antoniano estaba compuesto por mi compañero en el Tomares Mimi y uno de mis mejores amigos, el portero de Ronquillo Antonio José Gordo. Juntos compartimos esta experiencia el primer año, haciendo muchos kilómetros pero gustosamente, pues el ambiete y la familia antoniana nos recibió de manera impresionante. Ese curso jugamos el primer derby en Lebrija despúes de la unión y posterior separación de clubes, el cuál fue uno de los partidos más bonitos que recuerdo en mi carrera deportiva, con ambiente más cercano a equipos de la Segunda División que de preferente. En lo deportivo salvamos la categoría de manera holgada y preparamos el equipo para aspirar a cotas más altas en la temporada siguiente.























La segunda temporada fue bastante mejor. La directiva estaba convencida de que el club tenía que estar en tercera división e hizo un esfuerzo, conformando un equipo competitivo para ello. De la mano de Antonio Gil, de fichajes contrastados como Rebolledo o Miguel Ángel, con promesas como Palacios y con una plantilla repleta de futbolistas lebrijanos como Paquito, Juanma, Kurro, Cárdenas, Castell, Fernando, Amarillo, Luis o el propio Añoño, el Atlético Antoniano logró el campeonato dos jornadas antes de acabar la liga y compitió en la liguilla de ascenso, aunque con equipos como el Córdoba B, el Recreativo de Huelva B y el Cádiz B. Una liguilla muy bonita pero dura, lo que hizo que finalmente no lográramos el ansiado ascenso y por ello decidí fichar por los Palacios y probar nuevamente en la categoría nacional antes de que fuera demasiado tarde.










Habiendo transcurrido ya más de dos décadas de aquellas temporadas, puedo decir que gracias al Atlético Antoniano creo en esos futbolistas que sin haberse criado en un club, puedan presumir de amor a unos colores, sentimiento del que muchos aficionados desconfían...






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