miércoles, 20 de enero de 2016

FÚTBOL SALA

Aún sin ser un gran jugador de fútbol sala o futbito, dada mis características ganaba en terrenos grandes, no cabe duda de que lo practiqué en numerosas ocasiones, a pesar de tenerlo específicamente prohibido en la casi totalidad de reglamentos internos de los clubes a los que pertenecí.

Era inevitable. Sin quererlo, te veías envuelto en equipos que se formaban alrededor y no venía mal para aumentar el ego personal en los grupos de colegios, institutos e incluso en la universidad. Por otro lado, ese vacío jurídico que se producía en verano, me permitía enrolarme en pequeños torneos o competiciones, donde coincidía con otros futbolistas que pasaban por allí... Desde el Colo-Colo de Gines hasta el Chiringuito Chari o el Dínamo 02 de Castilleja de la Cuesta, pasando por esos equipos internos en las diferentes etapas de mi formación académica.

Asimismo, es bueno recordar que mis inicios como docente fueron entrenando a chavales adscritos a este deporte, por lo que siempre he estado relacionado con una modalidad del fútbol mucho menos exigente en lo físico y con más participación con el balón.


 


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